MALVADOS CONSEJOS PARA QUE SU HIJO DUERMA COMO LIRÓN Y SE AHORRE LAS GANAS DE DARLE UN PALO EN LA CABEZA


El lirón es un adorable animalito parecido a un ratón que se caracteriza por tener extensos y profundos períodos de sueño.  Desde que nacieron mis hijos, anhelé que durmieran como tales. Sin embargo, no me resultó: mis hijos, hasta el día de hoy, son madrugadores. Nunca pasaron –ni pasan- de las 6:30 AM. Bueno sí, cuando por alguna razón trasnochan, despiertan a las 7!

¿Y por qué les cuento esto?

LA CARTERA



Las Buenas Madres tienen en su cartera, más o menos, un lápiz labial, la billetera, las llaves y su celular. Por lo general, cambian de cartera según la ropa que visten (¡les combinan hasta los calzones!). Y salen perfectas de su casa (las envidio). Aunque no lo crean, de joven, alguna vez también fui así (lo de la mínima cartera, del resto ni hablar). Me bastaba un banano minúsculo amarrado a la cintura para tener conmigo todo lo que necesitaba. Y es que claro, sólo andaba conmigo.

Ahora mi cartera es casi tan grande como yo. Y es que así somos las Malas Madres: cargamos con todo lo necesario para una expedición al África. Sí, es cierto: la mitad de los mortales –partiendo por mi marido- se ríen de mí. Pero la mitad restante –la única que me importa- me adora: mis hijos y sus amigos no pueden creer que tenga a la mano una mini cuchilla para separar legos, varados en medio de la revisión técnica del auto y los salve de tres horas de aburrimiento, que tenga parches curita para una dolorosa ampolla que amenaza con tirar por la borda la mejor caminata, que saque -riéndome y como si nada-, bolsitas de sal y kétchup para el sandwinch del picnic (a quien interese, los robo de los locales de comida rápida), que sólo mediando un “nada por aquí, nada por allá”, aparezca una tijerita para sacar la molesta etiqueta de una polera que irrita el cuello e impide jugar, y pueda comprar en la calle una preciosas manzanas y no tener que esperar a lavarlas para comerlas, porque puedo pelarlas, y así, al infinito. Mis hijos me han dado el honorífico apodo de Super Mami. No sé sus hijos, pero los míos tienen unos ojos severos y exigentes y no andan regalando piropos así como así. Si usted quiere alcanzar tan noble puesto, en su cartera no puede faltar:

DÍA DE LA (MALA) MADRE


Me imagino que para toda mujer que ha deseado ser madre, que ha cursado un embarazo en el vientre o en el alma y ha parido o adoptado un bebé, el Día de la Madre tiene un significado especial. Aunque hay que reconocer, que la variedad de mujeres es una fauna abismante y la forma de vivir la maternidad, otro tanto. En lo que a mí respecta, soy radical, rotunda y telúrica: pobre del que ose arrebatarme mi día; pobre del que quiera quitarme ese desayuno en la cama con mis niños saltándome en la cabeza, aún en pijamas y con esa cara de sueño y mechas paradas que es el mejor paisaje que puedo tener.
Recuerdo la mañana de un Mayo lejano, en que la parvularia a cargo del nivel de mi hija me anunció con su voz cantarina, que ese año se les había ocurrido la genial idea de que en vez de celebrar el Día de la Madre, se festejaría el Día de la Familia porque así se haría “una gran fiesta incluyendo a papitos y abuelitos”.
Sí, aciertan: me quedé muda, literalmente en shock.