El lirón es un adorable
animalito parecido a un ratón que se caracteriza por tener extensos y profundos
períodos de sueño. Desde que nacieron
mis hijos, anhelé que durmieran como tales. Sin embargo, no me resultó: mis
hijos, hasta el día de hoy, son madrugadores. Nunca pasaron –ni pasan- de las
6:30 AM. Bueno sí, cuando por alguna razón trasnochan, despiertan a las 7!
¿Y por qué les cuento esto?
Bueno, pero estaba yo contándoles
del tema del dormir. Resulta que si bien, comparados con otros niños, los míos
duermen poco, igual me pasó que hubo períodos que durmieron menos que eso
(¡valorrr!). Y dado que un sueño interrumpido y acumulado en el tiempo, puede trastornar
al padre más abnegado y convertir en una cascarrabias a la más dulce de las madres
(en mí genera que, derechamente, me convierta en Satanás) implementamos con mi
marido (no se preocupen chicas, sin marido también resulta) diversas acciones
que, estas sí, fueron efectivas. Insisto: con ellas no conseguimos que durmieran
hasta las diez de la mañana, pero al menos obtuvimos un sueño sereno y
continuo. Aquí les dejo las recomendaciones, por si les sirven.
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Respetar horarios. Llueva o truene, el ritual para
acostarse debe comenzar a la misma hora todos los días. En mi caso, alrededor
de las 19:00 hrs. se apaga televisión, computador y demases. La idea es ir
“bajando las revoluciones” de a poco. Media hora después, la cena. Luego el
baño y a la cama para el regaloneo y/o cuentacuentos y/o conversación con una
luz tenue, comentando el día (de hecho, las mejores conversaciones que he
tenido con mis niños, han sido en ese momento sagrado).
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En particular, respecto del baño –y considerando
que no existe un niño al cual no le guste el agua- recomiendo en el caso de los más chiquitos
llenar la tina y agregar una taza de agüita de manzanilla previamente
preparada: da un exquisito aroma y los relaja. Cuando mis niños no eran los
gigantes de ahora, los metía al mismo tiempo y les daba unos minutos para
quedarse jugando en el agua caliente. Resultado: niños felices y relajados.
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Ah, y aprovecho de darles una recomendación para
el lavado de dientes. No sé sus hijos, pero a los míos el tema les resultaba
tedioso hasta que lo convertimos en la “aventura” de atrapar a las bacterias
que producen las caries, gracias a unas pastillitas azules que se mastican
después de lavarse los dientes y que permiten “pillar a los bichitos” que están
escondidos porque los tiñe de azul, dejando blancos los dientes limpios (el
producto es inocuo, sin receta y lo venden en cualquier farmacia. Se llama algo
así como revelador de placa bacteriana).
Nota: ya estaba dando por
terminadas estas recomendaciones, cuando me llamó por teléfono una amiga y al
comentarle el tema que estaba tratando, me pidió que agregara unas cuantas más
pensando en los bebés, como el que tiene ella. Así es que, aunque yo tuve bebés
hace bastante tiempo y mis consejos pueden parecerles de la Edad Media, a mí me
funcionaron. Aquí les van.
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Siendo bebés y para asegurar un buen dormir,
acostarlos bañados. Idem anterior, más un masaje en todo el cuerpo con crema
y/o aceite. Si no le da vergüenza, las caricias acompáñelas entonando alguna canción
(no se preocupe si usted canta como taladro. Su hijo la ama y todo lo que venga
de usted, es perfecto). Si no se anima a cantar, puede conseguir el mismo
efecto sedante, ronroneando palabras dulcemente (a mí me salen de antología las
incoherencias del estilo “¿ken es mi chumi-chumi, gollito, eh mah ganlle relumisito?”).
De más está decir que quien la escuche, opinará que se le cayó un tornillo (el
otro, si se trata de su marido), pero eso ¿A alguien puede importarle?
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Revisar que al acostarse el pañal esté limpio. Sugiero
no mirar la billetera e invertir en los mejores pañales para usarlos en la
noche. Es cierto que son más caros, pero a la larga es más económico porque
usan pocos (yo les ponía uno por noche) y, más importante aún, se ahorra tener
que mudar a su hijo de madrugada, lo cual es altamente molesto para la guagua e
insufrible para usted.
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Abríguelo. Muchos bebes despiertan sólo porque
tienen frio. Recuerde que la regulación de su temperatura corporal la logran
siendo más grandes. Asegúrese de la buena temperatura de la habitación,
poniendo un termómetro en la pared (hay unos chiquitos bien bonitos). En este
mismo sentido, eviten poner la cama o cuna cerca de la ventana (aunque posean cortinas
y/o black out, igual se cuela el frio). Cuando son muy pequeñitos, para dormir
póngale un gorrito de algodón (los bebés pierden mucho calor por la cabeza y de
chiquitos, como son casi pura cabeza, se les va por ahí casi la mitad del calor
que generan).
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Y antes de dormir, el infalible biberón de avena
con leche, cocida con un palito de canela, una cascarita de naranja y una pizca
de azúcar. Luego lo cuela y listo (la idea es que tenga la consistencia del
engrudo -¡qué risa, las sub 30 no deben saber a lo que me refiero!- o que el
brebaje quede espeso como cemento.
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